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El Ojo del Maniquí

El azar...el querido azar.

Es curioso, pero cuando uno se quiere encontrar a alguna persona en esta infinita ciudad no lo logra por nada del mundo, incluso yendo a esos lugares donde uno piensa que “esa persona” puede estar. La probabilidad que tiene uno de encontrarse a alguien entre las 5 millones de personas que habitan la capital es de 1 a 5 millones, es decír que por cada día que pasa nosotros vemos a nuestro alrededor entre 1000 y 2000 gentes imaginense cuantos años pasarían antes de que nos topemos con alguien a quien queremos toparnos.
Ayer el azar volvió a hacer de las suyas. Y es que después de más de un año de no saber nada de C. después de no verla durante mucho pero mucho tiempo, después de evitar incluso mis sitios de comer favoritos por miedo a toparmela, ayer en pleno trafico de calzada de Tlalpan al voltear la vista a la derecha la veo ahí, a dos metros, en el coche que alguna vez fue también mío.
La ví diferente, extraña. Es curioso, pero a veces no te imaginas que esa persona con la que compartiste muchas vivencias, con la que compartiste tu tiempo, muchas noches, con la que compartiste tu vida, de repente y con el paso del tiempo se convierte en ese ser desconocido de quien ignoras todo excepto los rasgos de su rostro.
No se si me vió, pero si lo hizo no lo disimuló muy bien que digamos porque en su afán de meterse entre los carros como ratón paranóico despertó más mis sospechas de que trataba de huír de algo o de alguien.
Esta cita con el azar o la coincidencia se suma a las otras dos ocasiones en que nos hemos topado, la primera vez en Reforma, pocos días después de que nuestra relación terminara, la segunda en aquella plaza comercial a donde nunca ibamos, a donde jamás habiamos estado, lejos de su casa y de la mía, quizás ella también pensó en aquella ocasión lo mismo que yo: el huír lo más posible el uno del otro.
Lo que ocurrió ayer no me sorprende en lo absoluto ya que nuestra historia siempre estuvo plagada de coincidecias, asi fue desde el principio, desde que nos conocimos hasta que nos separamos. El azar siempre rondó nuestra vida, en todos los aspectos, en todas circunstancias por diferentes que éstas aparentaban ser, por independientes que estas intentaban ser.
Las vidas cruzadas existen, y estoy seguro de que en algún momento de la vida, en 1, 10 o 30 años volveremos a encontrarnos en alguna estación de metro, en algún restaurante, en alguna butaca de cine. Quizás ya tendremos hijos, nietos, vidas completamentes ajenas, pero estoy seguro de que los hilos del azar seguirán moviendo en el telón de la vida a las marionetas que a veces solemos ser.

¿O será el azar?, el querido, querido azar…
F. Nietzche


Axxur

1 comentario

conejo blanco -

el error de einsten fué haber descartado el azar... ;)